Semanario El Pionero

Expresión de Mexicali y su Valle

Se acabó Trump

Por Beatriz Pagés

Lo más importante en este momento es que el gobierno mexicano deje de cuidar y de tenerle miedo a Donald Trump.

A un individuo de su clase no se le protege, simplemente se le exhibe para que quede evidencia pública del riesgo que representa para el interés nacional.

¿Para qué tratar de minimizar u ocultar lo que pudieron haber sido amenazas o humillaciones contra el presidente Enrique Peña Nieto, cuando el mismo Trump se encargó de confirmar que había “hablado duro” con él y con el primer ministro australiano, Malcolm Turnbull?

México necesita entender que está ante un presidente que todos los días hace estallar códigos y protocolos diplomáticos y que es capaz de todo. Lo mismo de insultar a su homólogo que de ordenar el envío de tropas para invadir nuestro territorio.

Frente a esta situación inédita, el presidente de México tiene que evitar que la prudencia pueda, en un momento dado, traducirse en encubrimiento.

Mañana, Donald Trump puede ordenar que se publique la conversación en la que —según la primera versión de The Associated Press— le dijo a Peña que enviaría tropas para acabar con los “hombres malos” porque el Ejército Mexicano ha sido incapaz de hacerlo.

O, también, puede decir que, cuando se lo dijo al presente de México, este no hizo nada para evitarlo.

Hoy lo importante es no confundir los escenarios. Una cosa es cuidar las relaciones con Estados Unidos, como nación, y otra muy distinta tratar de proteger a un loco.

Un loco, cuyos días parecen estar contados. Bastó una semana para que terminara el mandato del presidente número 45 de la Unión Americana.

No fue una bala, ni un escándalo tipo Watergate lo que puso fin a la vigencia política de su administración, sino el fascismo nacionalista lanzado como torpedo contra el mundo desde su cuenta de Twitter.

Por medio de 140 carácteres ha subvertido, en unos cuantos días, leyes, tratados, principios y lealtades. Es un elefante trepado en un tablero de ajedrez.

Quienes toman las decisiones en Estados Unidos, líderes empresariales y políticos, han comenzado a ver a Trump como un demente a punto de hacer estallar una bomba atómica en las entrañas de Wall Street y en las estructuras más profundas del constitucionalismo estadounidense.

El recién llegado a la Casa Blanca ya es considerado, por quienes tienen la posibilidad de deshacerse de él, como un serio peligro para Estados Unidos y la estabilidad internacional.

Lo ven con ganas de dar inicio a una Tercera Guerra Mundial.

Lo que falta por saber es: ¿qué van a hacer, qué pueden hacer y cuándo pueden echarlo de la Oficina Oval?

Los senadores norteamericanos —aseguran distintas fuentes— están nerviosos. Estudian junto con sus abogados la procedencia de recurrir al impeachment (proceso de impugnación) para destituirlo antes de que él, Trump, termine por expulsar su país del mundo civilizado.

Ya se deshicieron en 1865 de Lincoln, y en 1963 de John F. Kennedy por medio de una bala. También, a través de un juicio, de Richard Nixon, en 1974.

Si a Kennedy lo eliminaron los fanáticos del Ku Klux Klan por considerar que el presidente estaba en manos de los negros y los comunistas; y a Nixon lo acusaron de poner en riesgo la estabilidad del sistema por formar parte de una red secreta de acoso y espionaje contra sus adversarios, a Trump lo tienen que “sacar del poder” para evitar que acabe con Estados Unidos.

El tiempo corre en contra de los cimientos del imperio.

Las luces de alarma se encendieron a partir de que firmó la orden ejecutiva para construir un muro en la frontera con México y amenazó con aplicar un 20 por ciento de impuestos a los productos mexicanos.

Wall Street entendió, entonces, que estaba ante un aislacionista. Que Trump no solo le estaba declarando la guerra a México sino a un mundo global donde los principales protagonistas son las empresas trasnacionales y el mercado de valores.

Ford, Google, Coca Cola, IBM, Pepsi y muchas otras ya entendieron que el presidente de su país no solo busca construir una muralla en la frontera sur sino, también, alrededor de Estados Unidos.

Trump promete hacer morir de inanición la economía más poderosa del planeta.

@PagesBeatriz