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Analizan el futuro del grano en vísperas del Día Internacional del Café

Por Norma L. Vázquez Alanís

Al degustar un café bien preparado y con grano de calidad, la plática de los consumidores podrá girar en torno a la cultura, la política, los negocios o los recuerdos familiares, pero pocas veces los contertulios o los bebedores solitarios reparan en la cadena productiva del aromático, que incluye los métodos de cultivo, el trabajo de los caficultores y los esfuerzos de los comercializadores para que el grano llegue al consumidor.

Por ello la Organización Internacional del Café (OIC), integrada por 50 países -44 productores y seis consumidores-, estableció, desde 2015, el uno de octubre de cada año como Día Internacional del Café, al que se sumaron docenas de asociaciones de café de todo el mundo para festejar el viaje del aromático desde la finca donde se cultiva y cosecha, hasta la tienda que lo vende o la cafetería donde se sirve esta estimulante bebida.

En 2018 la celebración tendrá como tema ‘Mujeres en el café’, con el propósito de resaltar la urgencia de equidad de género en la industria cafetalera, desde el grano hasta la taza, lo cual solamente se logrará empoderando al sector femenil que participa en todas las fases de producción.

El año pasado el Día Internacional del Café se desarrolló con numerosas actividades en más de 45 países del planeta para recordar la importancia, variedad y maravillas de este grano tan especial para millones de personas en todo el orbe; el objetivo final es estimular el consumo de esta bebida, lo que a la larga contribuirá a generar una mayor demanda y mejores ingresos para los caficultores.

La fecha elegida por la OIC, cuyos miembros representan el 98 por ciento de la producción mundial de café y más del 83 por ciento del consumo mundial, prácticamente coincide con el inicio de un nuevo ciclo de cultivo los primeros días de octubre, ya que el cierre de la etapa agrícola del grano se hace oficialmente el 30 de septiembre de cada año.

El primer promotor de la celebración oficial del Día Internacional del Café fue la Asociación del Café de Japón en 1983; en Estados Unidos se empezó a publicitar este día en 2005 y lo retomaron varios mercados, pero fue hasta marzo de 2014 cuando los miembros de la OIC acordaron organizarlo cada 1 de octubre, a fin de establecer una sola fecha para los amantes de la bebida en todo el globo terráqueo, porque muchos países hacían su respectivo “día nacional” en distintos meses.

El objetivo principal de esta festividad llena de actividades tales como comprar dos cafés y donar el importe de uno para los cafeticultores, es que el consumidor de esta aromática bebida reconozca y aprecie la ardua labor de los productores de grano, quienes se esfuerzan al máximo para ofrecerle un producto de calidad, además de darle a conocer los problemas que enfrenta el cultivo y venta del café.

Y es que muy pocos bebedores de esta incitante infusión saben, por ejemplo, que en agosto de este 2018 los precios del café descendieron al nivel más bajo en 57 meses debido a factores fundamentales del mercado, entre ellos las fluctuaciones en la tasa de cambio, o que el aumento de temperaturas trastocará la economía de diversos países como Nicaragua, Etiopía, Burundi y otros, cuyos ingresos dependen en gran parte de la exportación de esta materia prima.

El futuro de la industria cafetera no es nada promisorio, pues a pesar de que hoy día se consumen más de 9.5 millones de kilos de café en el planeta, es decir 94.6 por ciento más que hace 35 años, el cambio climático amenaza con reducir drásticamente las zonas de cultivo, lo cual daría como resultado una considerable elevación en el precio del grano.

El Instituto de Cambio Climático de Australia pronostica que el área de cultivo del café en todo el orbe -que de acuerdo con datos de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) llega actualmente a casi once mil millones de hectáreas- se reducirá en un 50 por ciento para el año 2050 por la elevación de cuatro grados en la temperatura global, mientras que un análisis publicado por la revista de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos prevé que en América Latina, la zona que lidera la producción del grano a escala mundial, la pérdida podría alcanzar hasta el 80 por ciento del terreno cultivable para ese periodo.

De tal suerte que, en la mitad del área actualmente disponible para la siembra del grano, se tendrá que cosechar 2.5 veces más café para satisfacer la imparable demanda, explicó Christian Bunn, especialista del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT), una organización con sede en Colombia que tiene como objetivo mejorar el uso de los recursos naturales.

La amenaza que se cierne sobre el cultivo del café no solo implicará un relevo de países en el mercado, porque si bien el aumento de la temperatura causará serios estragos en las zonas mencionadas, favorecerá a otras, en especial las tierras altas de África Oriental, así como a Indonesia, Papúa Nueva Guinea y los Andes, señaló Bunn, quien añadió que en Estados Unidos ya se está explorando la cosecha de esta planta en el sur de California.

Afortunadamente todo parece indicar que la producción de café no se acabará, aunque los expertos consideran que la elevación de la temperatura planetaria y la resistencia de las plagas llevará a la producción de granos menos gustosos en sabor y calidad.

Mientras tanto, sigamos disfrutando de esta vivificante infusión a la cual Johan Sebastian Bach compuso una cantata satírica en 1732.

Salud por la existencia de esta maravillosa bebida, cuyos consumidores más asiduos son los finlandeses con casi 12 kilogramos de café al año por persona, lo que significa que toman más de tres tazas al día, según un estudio elaborado por la firma Euromonitor International, líder mundial en investigación de mercado.

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